Al final de mis vacaciones, oí cantos y llamadas de un colirrojo en mi ventana. Me asomé.
Nunca me acostumbro a ver "la escuela de vuelo". Ahí estaba, papá colirrojo, dando instrucciones a sus dos peques de como volar y donde ir. Tan atareado estaba que no me vió y me dejó sacar estas fotos.