La ciudad vista al detalle no defrauda. Y en los lugares más urbanos uno se puede encontrar con algo tan sencillo como una paloma tomando el sol, acurrucada entre las hojas en una fría mañana de otoño.
Había también otros ejemplares, y me dediqué a fotografiarlos, dándome cuenta de que cada animal es distinto, único.
Me acordé de que en mi calle hay una paloma, que todos los días está en la acera comiendo los restos de los bocatas que los estudiantes dejan en el suelo. Me llama la atención por que es casi blanca y parece que lleva calcetines, ya que las plumas le cubre toda la pata. Si puedo, prometo su foto.
Ésta es la paloma protagonista de la entrada.