miércoles, 24 de agosto de 2011

JMJ MADRID 2.011 (5)

"Por eso, cuando el dolor aparece en el horizonte de una vida joven, quedamos desconcertados y quizá nos preguntemos: ¿puede seguir siendo grande la vida cuando irrumpe en ella el sufrimiento? A este respecto, en mi encíclica sobre la esperanza cristiana, decía: “la grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre (…). Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana” (spe salvi, 38) (...)

Estos testigos nos hablan, ante todo, de la dignidad de cada vida humana, creada a imagen de Dios. Ninguna aflicción es capaz de borrar esta impronta divina grabada en lo más profundo del hombre. Y no solo: desde que el Hijo de Dios quiso abrazar libremente el dolor y la muerte, la imagen de Dios se nos ofrece también en el rostro de quien padece. Esta especial predilección del Señor por el que sufre nos lleva a mirar al otro con ojos limpios, para darle, además de las cosas externas que precisa, la mirada de amor que necesita. Pero esto únicamente es posible realizarlo como fruto de un encuentro personal con Cristo (...)

Por otro lado, vosotros sois también testigos del bien inmenso que constituye la vida de estos jóvenes para quien está a su lado y para la humanidad entera. De manera misteriosa pero muy real, su presencia suscita en nuestros corazones, frecuentemente endurecidos, una ternura que nos abre a la salvación. Ciertamente, la vida de estos jóvenes cambia el corazón de los hombres y, por ello, estamos agradecidos al Señor por haberlos conocido.

Queridos amigos, nuestra sociedad, en la que demasiado a menudo se pone en duda la dignidad inestimable de la vida, de cada vida, os necesita: vosotros contribuís decididamente a edificar la civilización del amor. "
Del discurso del Papa en la Fundación Instituto S. José.



Qué alegría da considerar al hombre con ese valor tan grande, aún cuado aparezcan deficiencias.
¿Quien no se ha topado alguna vez con el dolor? Y si lo afrontamos con este talante nos damos cuenta de cómo mejoramos, y nos perfeccionamos como personas. En los momentos de dificultad es cuando sacamos lo mejor de nosotros.
Os animo, en la medida de vuestras posibilidades, implicaros en alguna tarea de voluntariado o de ayuda a personas con necesidades, enfermas... Y  muchas veces no hay que irse lejos: en el mismo entorno familiar nos encontramos personas mayores o enfermas. Y ya me contareis.


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