Dedicada a Marga J., que me recordó la existencia de esta leyenda
Allá por 1.834, durante la I Guerra Carlista, el comandante de las tropas liberales que custodiaban la villa osó burlarse públicamente de lo que consideraba muestras de atraso y superstición, motivando un enfrentamiento con los vecinos que sólo pudo sofocar simulando un ataque de Zumalacárregui, haciendo tronar los cañones y deteniendo a los notables y cabecillas. Su derrota, detención y fusilamiento a manos de las partidas carlistas dos semanas después fue considerado por los vecinos castigo divino y afianzó la devoción de éstos en el "milagro del txori".
Años después la imagen fue trasladada a la parroquia de San Pedro, donde hoy la podemos venerar.
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